Tengo mi gato
enfermo, ¿cómo lo llevo a la veterinaria?
Los felinos son
mascotas muy particulares. Como depredadores naturales siempre van a
poner en primer lugar su integridad y seguridad antes que su
“lealtad” hacia su dueño. Nunca debemos olvidar que nosotros no
adoptamos un gato como mascota, sino que él nos adopta a nosotros
como compañía.
Si debemos llevarlo
fuera de su ambiente seguro (el hogar) tenemos que tener ciertas
precauciones para evitar que huya (con el riesgo de que se extravíe),
que se lastime en su intento de escape, de que nos lastime al querer
irse, y, lo más importante, que su viaje sea algo placentero o al
menos no traumático.
La mejor forma de
trasladarlo es en una jaula de viaje que están acondicionadas para
tal fin. Generalmente son bastante cerradas, dándole a nuestro amigo
una sensación de seguridad. Lo que menos quiere el felino es ir
viendo todo el camino, encontrarse con otros gatos que no conoce y
menos aún perros que son su enemigo natural.
En caso de no contar
con una jaula de viaje, podemos improvisar una utilizando una caja de
plástico (tipo tupperware) con tapa superior, donde podemos
realizarle agujeros para su ventilación. Si es transparente, podemos
pintarla por fuera para que se sienta más seguro.
Como última
alternativa, se puede usar un bolso de viaje o mochila, bien cerrada,
aunque al no tener una base firme le da una sensación de
inseguridad, poniéndolo más nervioso.
Están
desaconsejadas las cajas de cartón, ya que no se pueden cerrar con
seguridad, y se pueden romper fácilmente con las uñas o debilitarse
si nuestro amigo orina en ellas.
Una vez llegado a la
veterinaria, nuevamente, lo que menos quiere es conocer nuevos
amigos. Lo ideal sería que la puerta de la jaula de viaje esté
mirando a una pared y evitar que los perros que pueda haber se
acerquen a olfatear. Piense como se sentiría Ud si lo encierran en
una caja, sin posibilidad de escapar y se le acerca un “dinosaurio”.
No se sentiría muy a gusto, ¿no?.
Todas estas
recomendaciones sirven para que los viajes y las visitas al
veterinario sean algo placenteras y no una tortura. Ahora, piense
como se sentiría la mascota si además de todas estas cosas (los
ruidos, los otros animales, la inseguridad de estar en brazos, etc)
esta padeciendo una enfermedad.
Ahora que sabe todo
esto, y como se siente nuestro amigo, bríndele momentos gratos.