De
todos los animales domesticados por el hombre, el gato es el menos
doméstico. Es un animal que posee una gran adaptabilidad a todos los
ambientes en los que le toca vivir, pero a su vez nunca pierde el
espíritu de animal silvestre e independiente. Tal vez sea por lo
antedicho que el gato ocupa el 2º lugar en el mundo como animal de
compañía de los seres humanos, especialmente de aquellos que
habitan en grandes ciudades. Solamente en EEUU la población felina
alcanza unos 56 millones, lo que representa una relación del gato
mascota cada 3,2 unidades familiares. En Inglaterra está casi a la
par del perro como animal de compañía. En nuestro país no hay
datos serios, pero se evidencia un crecimiento muy importante en la
adopción del felino como mascota.
Estos
datos hablan sobre el poder de adaptabilidad de los gatos, ya que
esta razón y la necesidad del ser humano de tener algún contacto
diario con la vida natural que alguna vez tuvo, son los responsables
del hecho curioso de que una especie animal con un patrón de
conducta tan distinto al del humano haya alcanzado tanta popularidad
como los perros, quienes sí tienen un esquema social más parecido
al del hombre.
Los
gatos representan un porcentaje menor de incidencia en problemas de
conducta que los perros. Tal vez la explicación a este hecho se
encuentre en dos razones fundamentales. La primera es que los
problemas de conducta en gatos tienen un impacto legal, médico y
económico menor para el propietario que los que generan un mal
comportamiento canino. La segunda razón y tal vez la de mayor peso,
es que merced a su carácter naturalmente independiente, el gato ha
conseguido escapar de muchas situaciones de orientación humana y a
la mayoría de las presiones ambientales que el hombre le ha impuesto
a los caninos, siendo estas últimas las principales responsables de
las alteraciones de conducta de los mismos.
El
espíritu y personalidad del gato le ha permitido, aún viviendo en
pequeños ambientes, mantener en gran parte su independencia y su
estilo de vida particular.
Generalmente
los tratamientos de las alteraciones de conducta felinas tienen altos
porcentajes de éxito.
Para
reconocer un problema de comportamiento felino previamente se debe
conocer el comportamiento normal de esta especie.
El
gato es un animal básicamente asocial, que algunos autores lo
definen como no completamente social; o sea que se autoabastece,
consigue su alimentos en forma individual y tiene un territorio
propio y exclusivo. En resumen es un animal que está adaptado para
realizar una vida solitaria. Aunque lo antes dicho es cierto para la
generalidad de los casos, observaciones hechas sobre gatos que viven
en pequeños grupos han demostrado que existe algunos comportamientos
cooperativos en los felinos domésticos.
Al
nacer, el gatito establece un fuerte vínculo con su madre y hermanos
de camada, pero al ir creciendo va adoptando cada vez más una
conducta independiente y no cooperativa, teniendo esta conducta su
máxima expresión cuando el gato alcanza los 8-12 meses de vida,
momento en el cual se produce la llamada Dispersión, que es cuando
el gato se aleja de su familia y busca un territorio propio, y
comienza su vida solitaria. Esto es válido para los machos, pues las
hembras muchas veces quedan con su madre y hermanas y forman fuerte
lazos.
Los
gatos, luego de la Dispersión viven en forma individual y
autoabastecida, pero dentro de una misma agrupación, algo así como
la vida en un edificio de departamentos de un solo ambiente, donde
sus habitantes se interrelacionan entre sí, pero no por eso realizan
una vida cooperativa comunal. Dentro de este esquema cada animal
tiene su espacio individual.
La
principal expresión de contacto social felino, son las famosas
reuniones de vecindad, generalmente nocturnas donde, en un área
neutral, los gatos de la zona se reúnen formando un círculo a una
distancia de aproximadamente 4,5 mts uno de otro. En esta sociedad
hay un macho jefe o mandamás y luego le sigue el resto de los
animales (grupo intermedio) y por último algunos individuos llamados
parias que son castigados por los demás y que por lo común terminan
alejándose del grupo y llevando una vida aún más solitaria.
Este
punto es importante en los casos que los gatos agreden a personas,
generalmente su dueño, pues en algunos casos el gato ubica a su
dueño en la categoría de paria y sin motivo aparente lo agrede
cuando lo cree correcto y necesario. Es una alteración bastante
frecuente y tal vez tenga su origen en la personalidad autoritaria
del gato, aunado a un inapropiado establecimiento de autoridad por
parte del dueño durante la crianza o desarrollo conductal del
animal.
Dentro
del grupo intermedio, los pleitos que se suscitan se solucionan en el
momento mediante demostraciones de amenaza y/o peleas.
Por
último, habría que puntualizar la importancia de la Distancia
Social en esta especie. Los gatos tienen un espacio individual, más
o menos circular, con áreas delimitadas desde la periferia hacia el
centro, donde el área de mayor tamaño es la llamada Extensión del
hogar, dentro de la cual se halla la Distancia de pelea, que es una
línea imaginaria pero bien definida para el animal, la cual al ser
traspasada por un gato extraño lleva al gato propietario del
territorio a iniciar demostraciones de amenaza.
Dentro
de la extensión del hogar, existe un área más pequeña, el
Territorio propiamente dicho, que por definición es aquella zona o
área que el animal defenderá activamente contra extraños de su
misma especie.
Incluida
en el Territorio se encuentra la Distancia crítica que se
entremezcla con la distancia de pelea. El gato tendrá que estas
desprevenido para permitir a un extraño llegar hasta su distancia
crítica.
Las
áreas más cercanas al gato son las Distancia social y Personal. A
estas distancias solo les es permitido llegar a los gatos conocidos y
con los que el propietario del territorio tiene una relación
amigable, y a individuos de otras especies a las que el animal no
tiene miedo por haber estado en contacto con ellos durante su etapa o
período de socialización.
Toda
esta explicación sobre las distancias y el territorio del gato que
pareciera difícil de entender, es más entendible si lo pensamos en
función de nuestra propia casa, ya que uno va a tener una actitud
distinta si un extraño intenta entrar a nuestro jardín, de la que
tendríamos si intentara entrar a nuestra casa propiamente dicha, y a
nuestro dormitorio, que sería el equivalente a las distancias
personal y social del gato, es un área reservada, por lo general, a
gente bastante allegada a nosotros.
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